viernes, 2 de noviembre de 2018

HURACÁN


Estamos justo en temporada de huracanes y es bueno reflexionar el por qué cada año vemos cómo se presentan en mayor intensidad y con mayor debastación al tocar tierra y de qué forma podemos nosotros coadyuvar en lo posible para evitarlo . "Los ciclones con una intensidad mayor son una de las consecuencias esperadas con el cambio climático", explica Valérie Masson-Delmotte, miembro del GIEC grupo de referencia sobre el clima a nivel mundial.

"Cuanto mayor es la temperatura del agua y el nivel de humedad, mayor puede ser la intensidad del ciclón. Y eso ha pasado sin duda en los últimos cuatro huracanes que han tocado suelo americano en el último año: Harvey, Irma, Florence y Michael; y por increíble que parezca en un sólo año  me tocó vivir tres de ellos. 

En 1988  viví mi primer huracán y hasta el año pasado el único. Sólo "Irene", en el año 2011, quien se asomó en la costa Este de Estados Unidos cuando radicaba en Pennsylvania pero sin daños considerables. Soy originaria de Monterrey, Nuevo León, México, y aunque no es una ciudad que se encuentre en la costa, sí es vulnerable a los huracanes que pegan en el Golfo de México. El "Gilberto" de los más potentes y destructores a su paso dejó una estela de muerte y destrucción nunca antes vista en mi ciudad. Recuerdo perfecto el viento azotando mi ventana esa noche en que llegó y al día siguiente una ciudad devastada, tratando de entender qué había sucedido ya que no estaba previsto que llegara, se desvió y las consecuencias fueron terribles.

Lo sucedido este último año en mi vida me ha puesto ha reflexionar demasiado. Me ha tocado experimentar tres de los huracanes más potentes que han tocado tierra en Estados Unidos en las últimas décadas. En un año cambió todo para mí y así como llegan los huracanes y todo lo sacuden y todo lo mueven y todo se llevan a su paso, mi interior ha pasado por lo mismo. Cualquiera pensaría en la mala suerte que me persigue, yo agradezco haberlos vivido porque me ha hecho hacer un alto y reflexionar.

Es bueno saber que los huracanes traen consigo muchas cosas positivas, no sólo destrucción y muerte. Lluvias para zonas que de otra forma morirían de sequías, fuerza del agua para limpiar ríos y arroyos, agua para llenar presas, mantener equilibrio en el calor de los océanos, arrastrar nutrientes en el mar a zonas que lo necesitan, entre otros. Y allí es donde quiero enfocarme, en todo lo positivo.

Durante Harvey, en Houston, viví momentos muy estresantes. Fuimos evacuados por precaución en plena tormenta y mientras dejaba atrás mi casa no sabiendo qué sucedería con ella lo único que pensaba era que mientras nosotros estuviéramos bien, todo estaría perfecto. Ese fin de semana salíamos de viaje en un crucero y teníamos un concierto con mi grupo favorito Coldplay y todo fue cancelado, al final era lo de menos. 

Pasada toda esa tormenta, venía una más. Teníamos que cambiar de ciudad y estado. Otra nueva oportunidad de trabajo se presentaba para mi esposo y no podíamos desaprovecharla. Carolina del Norte nos esperaba junto con dos huracanes más, Florence y Michael. Ya el simple cambio crea en uno un torbellino de emociones, una nueva ciudad sin conocer a nadie, crear nuevos vínculos, el sentido de pérdida de la estabilidad, de trabajo, de amigos. Un cambio así no es nada fácil. Estaba viviendo mi propio huracán. Pero así como los huracanes que he vivido en este periodo de tiempo han arrasado con todo a su paso, así mismo he tratado de aplicarlo a mi vida. Después de un huracán empieza el periodo de reconstrucción y en ese mismo periodo me encuentro. 

La naturaleza habla y al menos a mí, me ha hablado de forma directa. Por más que todo esté estable y bien en la vida de uno, basta un fenómeno de éstos para entender que es momento de reconstruirse nuevamente así como las ciudades devastadas. Poner nuevos cimientos y mucho más fuertes para que otra sacudida así no sea lo suficientemente fuerte para caer. Reconstruir espíritu, alma y emociones para iniciar con mayor ahínco. Y creo que una de las enseñanzas más importantes que he tenido gracias a los huracanes es el desprendimiento. Dejar atrás todo lo material, como lo que es, materia  que se puede recuperar, la vida jamás.

La naturaleza es sabia, hay que estar atentos a sus mensajes. La naturaleza es vida y cambio, en ella nada es constante. Las flores nacen y mueren, los árboles cambian de color en otoño, se secan y vuelven a florecer, en la mañana llueve y por la tarde el sol aparece majestuoso. De tal manera, nuestra vida debiera ser así. A fin de cuentas nosotros también formamos parte de esa naturaleza. No deseo que pases por un huracán, pero de ser así, fluye junto con él y permite que arranque de raíz todo aquello que ya no ocupas interiormente y sea el inicio de una reconstrucción completa de tu ser.

Feliz vida!




miércoles, 20 de junio de 2018

LA JAULA DE ORO

Cuando recién llegué a este país hace ya casi diez años, jamás imaginé escuchar de viva voz tantas historias de personas que buscando el famoso "sueño americano" habían enfrentado situaciones realmente tormentosas durante su camino a lo que creían sería su libertad, su paz y su estabilidad económica.

El tema migratorio sin documentos es algo muy complejo y difícil de explicar, no me gusta hablar de ello porque tengo amigos muy queridos en esa situación, personas de bien, trabajadoras que han sabido salir adelante a pesar de tener todo en contra y de la adversidad que se vive en un país extraño. Para quienes no estamos ahogados en miseria, necesidad económica, persecución política, secuestros, amenazas e intentos de asesinato,  siempre nos resultará difícil entender la decisión de dejarlo todo sabiendo que quizá nunca más volverás a ver a los tuyos para iniciar una nueva vida lejos de tu país viviendo con miedo y casi a diario la persecución de la ley y es, precisamente por ello, porque no me encuentro en sus zapatos, que yo jamás podría juzgarlos, sus razones para tomar una decisión así son válidas y respetables a pesar de que los precios que tengan que pagar sean altísimos y ya, desde allí, cuentan con mi total empatía.  A diferencia de otros, muchos de nosotros hemos tenido la fortuna de no tener que encarar a diario problemas que nos orillen a abandonarlo todo y emprender literalmente la huída haciendo frente a todo tipo de peligro no importando lo que se avecine, incluyendo la muerte.

Era noviembre a escasas semanas de Navidad cuando llegamos a este país gracias a una oferta de trabajo que mi esposo recibió. No conocíamos a nadie así que decidimos ir a una Iglesia latina para escuchar misa. Justo ese día hicieron la invitación para participar en alguno de los ministerios y, sin dudarlo, de inmediato nos integramos a un grupo de pláticas prematrimoniales en las que empezamos a trabajar y al muy poco tiempo, a hacer amigos. A una semana de celebrar la Noche Buena, uno de los matrimonios nos invitó a pasar la Navidad en su casa, gesto que agradecimos grandemente ya que pensamos sería nuestra primera celebración solos y lejos de la familia y bendito Dios, no fue así.

Entusiasmados llegamos y ya nos esperaban con un regalo. En esa casa vivían 5 familias diferentes, entre primos, tíos, hermanos. Era una casa de 3 recámaras y un solo baño. Aquello era fiesta total. Nos presentaron a los integrantes de esa familia que tenían apenas dos días de haber llegado procedentes de México, sin documentos. Era un matrimonio muy joven de escasos 21 y 22 años de edad con un bebé en brazos de 1 año.  Cruzaron por el Río Bravo. Mientras tomábamos del ponche que habían preparado nos platicaron lo difícil de su travesía.

Habían pagado alrededor de $5,000 dólares a quien los ayudaría a cruzar. Las indicaciones eran básicas. Tenían que llevar una bolsa con ropa para poder cambiarse en cuanto cruzaran el río ya que si se quedaban con la ropa mojada era muy fácil que los agentes en frontera los reconocieran como ilegales, de aquí el que sean conocidos como "mojados", y también tenían que llevar algo de dólares para que estando ya en suelo americano pudieran trasladarse a su lugar de destino. Había una cuerda que atravesaba de frontera a frontera casi al ras del agua de la que tenían que sujetarse ya que la corriente era algo fuerte. La esposa cargó con la bolsa de ropa completamente cerrada y el papá con su pequeño hijo. A mitad del río el agua casi cubría el rostro de ellos, se tenían que sujetar fuertemente de la cuerda para que la corriente no se los llevara, pero había un grave problema, no se habían percatado que su pequeño bebé casi todo el tiempo había estado sumergido en el río. Cuando su papá se dio cuenta de ello su niño ya estaba morado, así que gritó con fuerza a los que venían adelante de él y les pidió que lo ayudaran sujetando al bebé y pasándolo hacia el frente de la forma en que pudieran. Alguien que ya había cruzado lo recibió y le dio de inmediato resucitación cardiopulmonar, el bebé pudo sobrevivir, pero no una mujer que iba en el grupo y que dentro del agua empezó a desesperarse, a sentir miedo, llorar y terminó por soltar esa cuerda que representaba para todos la esperanza de una mejor vida. Jamás supieron del destino de ella, suponen murió ahogada porque no había nadie que pudiera ayudarla más adelante.

"Ahora les puedo contar esto más tranquilo", recuerdo que me dijo. "Pero fueron los momentos más angustiantes de mi vida". Con cara desencajada y tratando de digerir lo que nos contó no me quedó más que darle gracias a Dios de que estuvieran bien y que su bebé estuviera disfrutando de su primer Navidad en compañía de tan cálida familia. Relatos como éste he escuchado muchos y más desgarradores, personas que llegan sin pies porque los animales en el desierto se los comieron al caer desmayados por el calor y la falta de agua, mujeres que en el transcurso fueron violadas más de una vez, personas que venían con otros familiares y al huír de la "migra" se separaron y jamás volvieron a saber de ellos.

Viendo las noticias estos días respecto a lo hecho por el Gobierno de Trump y su política de "Tolerancia Cero" separando a los niños de sus padres y enjaulándolos, me hizo recordar esta historia y con mucho dolor no dejo de pensar en todos esos niños inocentes, imágenes y audios desgarradores, como si su destino fuera marcado desde el inicio de su vida y del cual no escaparán así lleguen a tierras norteamericanas bajo estas condiciones. La travesía que pasan es igual de inhumana que lo que están viviendo actualmente en la frontera. La decisión de los padres de traérselos con ellos expuestos al frío, hambre, calor, abusos, incluso presenciando asesinatos, sin poder dormir, viajando a ratos en tren de "moscas" a ratos caminando kilómetros entre la selva o el desierto desde que parten de sus países de origen hasta que llegan a frontera, los ha marcado ya de por vida. Al final, quiero entender y me quedo con la idea de que la decisión de emigrar fue mucho mejor que quedarse en donde estaban, pero ¿a qué precio?

En la actualidad la humanidad se encuentra más deshumanizada que nunca. Tal parece que las leyes en la gran mayoría de los países no contemplan a todos esos inocentes ajenos a toda situción política y social, y cuya única obligación es ser felices. Inocentes de un sistema político, educativo y social fallido en su país de origen e inocentes de un sistema migratorio igual de fallido en el país a donde sus padres han decidido huir. Deseo de todo corazón que lo que acaba de suceder sea el inicio de un debate extenso en donde cada país busque la forma de ya no exponer más vidas de pequeñitos inocentes. En donde la sociedad no sólo alce la voz cuando el daño ya esté hecho, sino que sea partícipe en el establecimiento de leyes que protejan a todos esos niños, los cuales al final son los más afectados. Es triste aceptarlo, pero a la única conclusión a la que llego es que el egoísmo de los adultos, está terminando con la inocencia e incluso la vida de nuestros niños. Abracen a sus hijos, luchen por su bienestar y cada decisión que tomen así como las consecuencias de esa decisión, háganlo pensando única y exclusivamente en el bienestar integral de sus pequeños.

Paz y bien para la humanidad entera.





lunes, 21 de mayo de 2018

¿DE QUÉ COLOR ES TU CRISTAL?

Hace tiempo leí que una industria de calzado quería desarrollar un proyecto para exportar zapatos a la India, así que mandó a sus dos mejores consultores a dos puntos diferentes en aquél país. Después de un sondeo exhaustivo y una investigación a fondo, el primero de los consultores mandó el siguiente correo electrónico a la gerencia: "Señores, cancelen el proyecto de exportación de zapatos a la India. Aquí nadie usa zapatos". Consternados por esa conclusión decidieron esperar los resultados del otro consultor. Días después de su investigación concluyó lo siguiente: "Señores, tripliquen la producción y empecemos con el proyecto de exportación de calzado a la India. ¡Aquí nadie usa zapatos!".

Ramón de Campoamor, escritor y pensador, es creador de esta reflexión bastante popular: "En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira". Continuamente nos enfrentamos a situaciones que ponen a prueba una y otra vez los diferentes colores del cristal con que podemos ver lo que sucede a nuestro alrededor. Definitivamente los seres humanos siempre expondremos nuestro parecer desde la subjetividad misma, desde la ideología, creencia, cultura, educación incluso desde el momento emocional o afectivo que estemos atravesando. Es inherente a nosotros. Pero lo que sí es importante que entendamos es que poseemos un libre albeldrío para poder cambiarlo. ¿Desde qué perspectiva ves las cosas? El trabajo, la política, la religión, una situación que pone a prueba tu fe.  Conozco gente que todo le resulta negativo, hasta la lluvia y el día nublado.

En lo personal, soy una persona sumamente impaciente. Todo proceso que requiera de espera larga me estresa y termina por enfadarme. Soy creyente y siempre pido a Dios que me permita desarrollar  mi paciencia. Todos los días pido lo mismo. Obvio es, que no despertaré un día sintiéndome diferente y asegurando "¡wow! a partir de hoy me siento paciente, soy la persona más paciente del mundo". Lo que sí me queda claro que a diario vivo situaciones que me permitan desarrollar la paciencia. En días pasados, por ejemplo, traía mucha prisa por hacer mi despensa y llegar a casa ya que tenía varios pendientes por terminar y, justo ese día, me toca una cajera que lo que menos le importaba era hacer su trabajo rápido y eficiente a pesar de la gran fila que había en su caja ¡al contrario! pareciera que lo hacía a propósito, se ponía a platicar con la gente que pasaba, cada producto a marcar lo tomaba con toda la flojera del mundo y yo ya no podía salirme de esa fila porque ya había puesto casi la mitad de mi compra en la banda para ser cobrado. Por fin es momento de atenderme y me dice "todo esto está revuelto, primero me vas a pasar las verduras, después todas las latas y al final lo de limpieza", ¡no podía creer lo que estaba esuchando! era volver a meter todo en mi carrito de compras e irle pasando artículo por artículo clasificándolo. Entre su obsesión compulsiva y mi paciencia al límite, estuve a punto de decirle unas cuantas cosas cuando recuerdo que una noche anterior dentro de mis oraciones volvió a estar mi petición a Dios de ayudarme a ser una mejor persona y ser más paciente. ¡Qué más quería si ya me estaba respondiendo en ese momento! Siendo honesta, elegí ver mi situación desde un cristal de color, lleno de oportunidades, era en definitiva el momento para seguir cultivando mi paciencia y al final ese ¡gracias! cuando le  pagué estaba lleno de una satisfacción personal grandísima, no me enojé, no me estresé y salí de esa tienda tranquila y feliz, bueno casi la abrazo y le digo "¡gracias por ayudarme a desarrollar mi paciencia, por hoy, prueba superada!".

Tenemos que empezar por trabajar y educar a nuestra mente. Por más difícil y llena de dolor que sea una situación por la que estemos atravesando, dentro de ella existe un mar de oportunidades para ver que hay tanto por aprender y ver que todo lo negativo puede llegar a ser positivo. Yo en particular, pongo en práctica varias estrategias para que así sea: 
1. Invertir la realidad. Si empiezas el día diciendo que te levantaste con el pie izquierdo, pues cámbialo y mejor di que estás viviendo un gran día. Así como la mente te juega mal a veces, es muy sencillo engañarla. 
2. Ante lo negativo, siempre tener una respuesta positiva. Por ejemplo, hasta el año pasado yo vivía en Houston, el hecho de cambiarme de estado en un principio no me agradaba, en cuanto empecé a verlo como una gran oportunidad de conocer gente nueva, de encontrar un nuevo trabajo, de darme tiempo para escribir que es algo que me apasiona, empecé a disfrutar de esta nueva aventura.
3. Deja de vivir en el pasado y empieza a proyectar tu futuro. Vive tu presente tomando las mejores decisiones para el futuro a corto plazo que deseas sin importar lo que haya sucedido antes, todo nuevo día es una nueva oportunidad de hacer las cosas mejor.
4. Amarnos a nosotros mismos. La mayoría de nuestras decisiones las basamos en otros, en complacerlos. Es momento de apapacharnos y pensar en nuestro bienestar personal. Debemos aprender a priorizarnos.

La vida es mucho más simple de lo que creemos, sólo que nuestros pensamientos y emociones nos juegan malas pasadas. Es momento de empezar a cambiar el cristal con que miramos todo a nuestro alrededor. 

¿De qué color es tu cristal?

Que tengas el mejor de los días. 









jueves, 17 de mayo de 2018

MEDICINA PARA EL SíNTOMA


Hace alrededor de cuatro años atrás, sufrí uno de los episodios en mi vida que más miedo me habían dado hasta ese entonces. Pensé que moriría ahogada. 

Era verano y el día estaba perfecto para disfrutar de un buen chapuzón. Una prima de mi esposo estaba difrutando de sus vacaciones con nosotros así que, mientras mi esposo trabajaba, las dos decidimos pasar la mañana entera en la alberca, preparamos unos sandwiches, algo de fruta, agua, toallas, bronceador y ¡listo! ¡al agua patos!

Los departamentos en los que vivíamos en ese entonces contaban con dos albercas, una grande y la mayor parte de ella era honda así que decidimos irnos a la pequeña, donde sólo una parte era honda y el resto de altura considerable para quienes no supieran nadar, que era el caso de mi prima, además de que estaba casi enfrente del departamento.

Ella se quedó asoleándose y yo decidí nadar un rato así que entré a la alberca y lo primero que hice fue sumergirme completa para mojar mi cabello cuando al salir algo muy extraño me sucedió. Apenas me reincorporé todo a mi alrededor empezó a dar vueltas y vueltas sin parar, era como estar en un remolino o en uno de esos juegos de la feria  y no había forma de detenerlo. No quise alarmar a mi prima pero sentía que estaba a punto de perder el sentido, no había un salvavidas que pudiera auxiliarme y ella no sabía nadar así que empecé a angustiarme de una forma terrible, pensé que si me desmayaba no habría nadie para sacarme de allí. Sólo me restaba tratar de llegar a la orilla antes de perder el conocimiento. Como pude lo hice, me era casi imposible salir de la alberca así que me agarré de una columna y arrastrándome pude por fin tocar tierra, el problema era que el mareo seguía igual o más intenso. Al fin, pude recostarme en un camastro y mi prima le habló de inmediato a mi esposo. Mientras él llegaba intenté comer algo dulce pensando que pudiera ser una baja de presión, pero no. Allí entendí que lo que me estaba pasando era un ataque severo de vértigo, una laberintitis severa. Muchísimos años atrás me había pasado pero no de esta forma tan dramática, así que pude identificar los síntomas. Llegó mi esposo y nos fuimos corriendo al hospital. 

Mientras estábamos esperando al doctor, le dije a mi esposo que por favor se metiera a internet desde su celular y buscara "laberintitis según Louise Hay" y que por favor me lo leyera. Esta mujer fue de las precursoras en relacionar y estudiar las causas psicológicas y espirituales con la aparición de las enfermedades. ¿Cómo supe de ella? Muy simple, mi papá, quien es Doctor, me la presentó a través de un libro.  Mi esposo me leyó lo siguiente: "Las personas con vértigo tienen la angustiosa impresión de perder el equilibrio. Son personas que sienten dudas y temores antes el hecho de tener que tomar una decisión o dar el primer paso hacia algo nuevo, desconocido. A veces, son personas que ya han llevado a cabo cambios de los que quizá no están del todo convencidas y que quizá no aceptan o respaldan las personas más próximas. Tener vértigos es una manera de huir de algo o de alguien a quien no se quiere ver o escuchar. Puede existir la sensación de que las cosas o situaciones avanzan demasiado rápido, lo que impide ejercer el control deseado. Esto genera inestabilidad y ansiedad."

Haciendo un profundo análisis de lo que escuché, y siendo muy honesta conmigo era exactamente por lo que yo estaba atravesando en ese momento. Así que esperé a que me pusieran vía intravenosa el medicamento necesario para sacarme de la crisis, me dieran de alta y desde ese momento empecé a trabajar en mi enfermedad, no en mi síntoma, esto último también lo aprendí de mi padre quien durante toda su vida y hasta el día de hoy cada vez que me enfermo y acudo a él me dice lo mismo, "te voy a dar el medicamento para que cures el síntoma, pero está sólo en ti curar la enfermedad".

He de decir, que mi papá es de los mejores doctores que conozco, tiene su carácter sí, pero médicamente es un conocedor de su profesión. Él me regaló un libro que traigo conmigo a donde vaya, y es justo la foto que pongo en esta Historia de Vida, "Obedece a tu Cuerpo. Descubre la Verdadera Causa de tu Enfermedad". Es un libro maravilloso, escrito por Lise Bourbeau en donde te explica perfecto el origen de tu enfermedad y por medio de cuestionamientos en donde uno tiene que ser honesto, reflexionar e irse a su interior empiezas a desbloquear desde la emoción, la mente y el espíritu todo aquello que es necesario cambiar de tu persona. La enfermedad es la voz que grita ¡basta! es momento de que pongas manos a la obra y cambies.

Mi papá ejerció toda su vida la medicina en el Instituto Mexicano del Seguro Social, es jubilado actualmente, pero un fiel creyente en que todo padecimiento tiene solución y le creo, sólo hay dos cosas en las que se tiene que trabajar para sanar:  el tratamiento médico adecuado y el deseo sincero de querer sanar haciendo los cambios necesarios en actitudes, sentimientos y emociones que sólo ocasionan sufrimiento.

La laberintitis puede tardar meses en sanar, es una condición tremenda, porque todo el tiempo estás mareado y vomitando. Yo tardé sólo una semana trabajando desde mi interior y la enfermedad desapareció.

Cada uno sabe lo que trae cargando "en su morral" como diría mi madre. Uno puede salir al mundo y decir no pasa nada, pero por dentro, sólo uno sabe por lo que está atravesando. Cualquier enfermedad, por pequeñita que pudiera ser, es una alarma que te indica que es momento de hacer una limpieza interior desde lo más profundo, para que el exterior brille y nunca más vuelva a sufrir. Consulta a tu médico cuando te sientas mal, pero siempre recuerda que él sólo atacará el síntoma, está en ti, curar la enfermedad.

¡Que tengas el mejor de los días!

miércoles, 16 de mayo de 2018

RUMBO A LO DESCONOCIDO

Hace poco leí esta frase que me movió mucho y me puso a reflexionar sobre las decisiones que he tomado en mi vida, pero sobre todo, a reflexionar sobre las diferentes perspectivas y desde dónde estoy parada en los momentos para hacer tales decisiones, "Hay que ser valiente para emigrar. No cualquiera se atreve a salir de su zona de confort para emprender rumbo a lo desconocido", autor anónimo.

Hace casi 10 años tomé una de las decisiones más importantes de mi vida. Y a pesar de que en ocasiones confieso que me cuestiono si fue lo mejor, he entendido que cada decisión tomada, para quienes tenemos fe, sabemos que ya existía de antemano y el camino ya estaba trazado. Jamás cruzó por mi mente radicar en otro país que no fuera el mío, pero por la mente de mi esposo sí. De hecho, cuando lo conocí fue una de las primeras cosas que me dijo y me llamaron la atención de él, "uno de mis sueños es trabajar en el extranjero, siempre lo he deseado", aún recuerdo perfectamente bien ese día. Su pequeño discurso no sólo fue de unos minutos, años después ya casados me lo repetía una y otra, y otra, y otra vez. Justo uno de esos días en que lo volvía a decir yo me encontraba algo "cansada" de escucharlo y tuve el grandísimo valor de contestarle: "¿y qué estás haciendo para alcanzar tu sueño?",  me miró, calló y jamás volvió a tocar el tema. Honestamente, no era algo que me preocupara y yo también con el paso de los meses absorta en mi trabajo, lo olvidé por completo. 

Poco más de un año después, cabe mencionar que nunca olvidaré ese día, a punto de dormir me dijo muy tranquilo como acostumbra ser él, "tengo algo qué decirte. Para que no creas que no trabajo en lograr mis sueños, ¿estarías dispuesta a radicar en Estados Unidos?",  totalmente asombrada con esa pregunta y recordando aquél día en que jamás volvimos a tocar el tema, pero segurísima del por qué me contestaba de esa manera, me quedé muda, sin habla alguna, mi menté empezó a dar vueltas, sentí que todo se detenía, después de una pausa prolongada mi contestación fue "sí", sabiendo perfectamente todo lo que implicaba pero ¿con qué argumento le decía que no, si yo misma lo impulsé a conseguirlo? Es aquí cuando empieza mi viaje, no a Estados Unidos, sino al lugar más desconocido que pudiera imaginar, mi interior. 

Fueron dos cosas las que me costó dejar en aquel momento, mi familia por supuesto y mi trabajo. Fuimos muy juzgados y criticados por tomar una decisión así; teníamos un patrimonio seguro, un trabajo estable ambos, un matrimonio con sus altas y bajas pero encaminado hacia el mismo rumbo y mucha gente no entendió por qué dejar todo eso atrás e ir en  busca de algo que ni nosotros mismos sabíamos qué era exactamente, bueno, al menos sabíamos que era cumplir uno de los sueños que por tanto tiempo rondó en la cabeza de mi esposo, lo que no sabíamos era todo lo que vendría después. En el camino hemos perdido a mi suegra, a mi abuela, a mi tíos, a mi bebé, nos hemos perdido de momentos importantes en la vida de nuestros seres queridos, hemos cambiado de estado tres veces, hemos tenido que dejar otros trabajos ¡vaya! hemos vivido en casi 10 años en el extranjero lo que nunca experimentamos en ocho años viviendo en México como matrimonio.

A casi una década de distancia hago un recuento de lo vivido y vuelvo a caer en el mismo punto donde comienzo, definitivamente no había otra forma de vivir todo lo que hemos vivido y permitirnos ser todo lo que somos ahora, si no hubiéramos dicho ¡va! juntos siempre y de la mano de Dios. 

Soy una convencida de que la gente jamás cambia, se transforma, pero no cambia. Las situaciones van formando un nuevo criterio, nuevas formas de aceptar las cosas, de tomar decisiones, pero la esencia, esa siempre estará presente. La oruga se transforma en mariposa, pero su esencia sigue siendo la de una oruga con la diferencia de que ahora posee alas que le permitan volar a donde quiera ir o a donde su instinto la lleve. 

Y es eso precisamente lo que busco vivir a diario y a lo que te invito te permitas vivirlo tú también. Mi esencia sigue siendo la misma pero he descubierto en mi interior una energía que pensaba no pudiera existir, he descubierto miedos que pensé no tenía, he descubierto una fortaleza que nunca había sido puesta a prueba. Definitivamente la persona que dejó su país hace casi diez años atrás no es la misma que es ahora. He vivido tantas cosas tanto buenas como malas, que me llevaré guardadas en mi corazón y mi alma el día que Dios me llame a su presencia y, eso, definitivamente no tiene precio alguno. Pero la mejor lección de vida que me ha dejado el tomar una decisión como ésta es JAMÁS arrepentirme, porque todo lo vivido me hace ser quien soy ahora y créanme que estoy orgullosa de ello. De hecho este año tomé otra decisión así de radical y fuerte y pasado el tiempo me he dado cuenta que ha sido lo mejor que he hecho, sin duda, aunque el resultado no haya sido lo que yo esperaba pero me trae nuevos retos y nuevas cosas por aprender desde mi interior. Tal como esa frase dice, es de valientes, he descubierto en mi interior que esa soy yo, a pesar del miedo que pueda invadirme, a pesar de la inseguridad que pueda sentir en momentos, a pesar de la tristeza de verme sola en ocasiones, a pesar de todo, sí soy valiente por el siemple hecho de aventurarme a lo desconocido.

JAMÁS te arrepientas de tus decisiones, enfrenta con valentía el resultado de ellas, pero cada vez que te toque darte un tiempo para  reflexionar y tomar cualquier decisión por mínima que sea, lo hagas parado desde el amor propio y con la firme convicción de que sea cual sea esa decisión, te hará siempre ser mejor persona que el día de ayer.

Que tengas el mejor de los días.

sábado, 28 de febrero de 2015

MARÍA ROSA MÍSTICA

En mi lucha por ser mamá he pasado por muchas situaciones esperanzadoras, pero también otras muy desalentadoras. Han sido años y años de lucha, y es justo decir que aún no bajo la guardia. Estudios clínicos los que no se imaginan, siete inseminaciones, hormonas, inyecciones, cirugías, en fin todo lo médica y éticamente posible, tanto aquí en Houston como en Monterrey. En todo este proceso he tenido un aprendizaje grandísimo, ¡inmenso! diría yo, pero el más importante de todos, el de mi conversión. Sí, mi conversión, cuando se supone declaraba ser una persona cristiana y devota.

Siempre me jacté de que Dios y yo teníamos una relación estrecha, de esos amigos que siempre están contigo y te dicen las cosas como son, sin tapujos. De hecho en varias de mis "Historias de Vida" lo platico. Lamentablemente, dentro de todo este torbellino de emociones que se viven cuando entras en procesos como estos, empecé a perder a ese amigo, en algún momento lo dejé de lado, lo olvidé.

Inmersa en mi deseo (no sé si obsesión), siempre en mis oraciones pedía  a Dios me diera un hijo, creo que ese fue el problema, decirle a Dios lo que tenía que hacer. Y en ese pedir y en las respuestas obtenidas, mi enojo, frustración, desilusión empezaron a ganarme. Ya mis oraciones eran de reclamo y señalamiento. Veía noticias de gente que abandonaba bebés, en las calles veía cómo padres maltrataban a sus hijos, escuchaba casos de mujeres que abortaron, y una y otra vez se lo eché en cara a Dios. ¡Cómo era posible que a ese tipo de gente les diera la bendición de ser padres y a mí que por tanto tiempo se lo había pedido me lo negaba! No dejé de creer en Dios, pero sí en su promesa. Fuerte, pero cierto. Dejé de orar. Lo que yo no sabía es que María, Madre de Dios, estaba muy atenta a mi sentir y decidió visitarme cuando menos la esperaba.

Meses atrás, antes de ir a Monterrey a seguir con mis tratamientos mi esposo recibió un mensaje de alguien a quien teníamos mucho de no ver, el mensaje decía "Víctor, María me dijo que le llevaras un ramo de rosas rojas a su advocación de la Virgen de Guadalupe, busca una iglesia cerca de ustedes y llévaselas". Así de sencillo, así de simple, pero a la vez así de incomprensible. Lo hicimos. He de confesar que nunca entendí por qué teníamos que hacerlo.  

Pasaron meses después de ese mensaje. Estando en Monterrey en espera de mis siguientes estudios e inseminaciones, mi mamá me invitó a rezar el rosario a María Rosa Mística como lo hace toda la semana junto con sus vecinas. Jamás olvidaré su cara cuando le dije "reza tú por mí, porque yo ya me cansé, a mi ni Dios ni la Virgen me escuchan ¡ah! y de una vez reza por la salvación de mi alma porque sin duda ya me condené por hablar así", como siempre mamá prudente, cerró la puerta de mi cuarto y se fue sin decir nada. Todas las semanas era la misma invitación y la misma respuesta. Un buen día, estando en casa de mis papás, escuché que le gritaban a mi mamá afuera de la casa, supuse era alguien que quería vender algo. A los diez minutos entra mi mamá al cuarto y me dijo "mañana te levantas temprano porque la Virgen viene a visitarnos y quiere que le recemos", pensé que le tocaba a ella rezar el rosario como cada semana a María Rosa Mística. "Pues bueno, ya me tocaba, lo rezaré con ella", fue lo que pensé. Quien le gritaba afuera era una señora que jamás había visto mi mamá y le preguntó si queríamos recibir en la casa a María y tenerla con nosotros una semana para rezar el rosario junto a ella. Temprano, de mañana, llegaron unas señoras en procesión cargando a la Virgen de Guadalupe, mamá ya había preparado el altar para recibirla. Me sorprendí mucho cuando la vi. Lo primero que vino a mi mente fue aquel mensaje que recibí meses atrás para llevarle rosas rojas a la Virgen de Guadalupe, mi piel se erizó y en mi mente sólo escuchaba "te busqué por mucho tiempo y al fin te encontré". Yo era de las personas que no rezaba el rosario, sólo lo hacía en ocasiones. Durante meses, quizá años, le cerré las puertas de mi corazón, así que decidió tocar las puertas de mi casa para entrar en ella y ya jamás salir. Muy sorprendida, le pregunté a la señora que había llevado a la virgen cómo había elegido la casa de mi mamá. Ella sonrió y señalando a María me dijo "yo no elijo las casas, es ella quien lo hace". Mis lágrimas empezaron a rodar y es a partir de ese momento que me uní a los rosarios todas las mañanas en las diferentes casas. Entonces también, conocí a María Rosa Mística, ya que una vez a la semana se ofrecía el rosario en honor a ella.

Me tocó ver muchas manifestaciones durante este tiempo. Testimonios de las mismas señoras, vi cómo al finalizar los rosarios había escarchas en todos lados. Fue algo sorprendente, milagroso. Pasaron los meses, las siguientes inseminaciones y nada. Mis miedos me ganaban y siempre le cuestioné a María y a Dios por qué no me escuchaban, la diferencia era que aún así, yo continuaba rezando. Cuando estaba a punto de realizarme la última inseminación, mi esposo recibió un mensaje nuevamente. Era la misma persona que muchos meses atrás le había pedido que le llevara rosas a la Virgen de Guadalupe. Nos encontrábamos en Monterrey y a nadie le comentamos porque realmente sólo fuimos a mi procedimiento. Esa amiga vive allá precisamente. Le decía en el mensaje que quería platicar con él. Víctor le marcó por teléfono y se pusieron de acuerdo para verse. Ese día yo me quedé dormida en casa de mi cuñado y sólo fue  mi esposo a verla, era un día antes de mi última inseminación. Cuando llega y me platica su encuentro no podía creer todo lo que escuché. Yo tenía demasiados años de no verla y no saber de ella. Le hablé por teléfono y me ganó el deseo de visitarla. Al abrir la puerta de su casa recuerdo aún lo primero que me dijo "Vero, no tengas miedo, Dios siempre ha escuchado tus oraciones", en ese momento no paré de llorar. Hicimos oración, sanación y me sentí lista para lo que viniera. Al siguiente día se llevó a cabo el procedimiento. Viví una manifestación hermosa de la Virgen, mi sábana y bata de hospital estaban escarchadas, igual mis brazos. En ese momento entendí que fuera cual fuera el resultado, María estaba conmigo en todo momento y no me soltaba de su mano. Como madre entendía perfecto mi sentir, mis miedos, mis lágrimas, mi sufrimiento. Y es desde entonces, que yo no me suelto tampoco de su mano. Entre las escarchas plateadas, también había escarcha roja, que significia, sacrificio. Así que mi esposo y yo ofrecimos nuestro silencio en las redes sociales y ¡vaya que es un sacrificio! ya que me encanta estar en contacto con la gente que quiero. 

El resultado fue el mismo que los anteriores, pero mi sentir fue completamente diferente. Experimenté por primera vez mucha paz al saber que no había funcionado. Las seis inseminaciones anteriores habían sido sólo llanto, desilusión, enojo, frustración, cuestionamientos. María, estaba junto a mí, fortaleciéndome y llevándome nuevamente al camino de Dios. Ella fue quien me acercó poco a poco, despacito, a reconciliarme con su Amado Hijo. Sin duda hicimos las paces y desde entonces tampoco me separo de Él. Mi sacrificio lo continué y prácticamente el año pasado no utilicé las redes sociales, hasta que un buen día, platicando con quien me acercó a María y nuevamente a Dios, me dio un mensaje claro de parte de Él y de sus ángeles. Tu misión es la comunicación. Tienes que comunicar el mensaje de Dios y María a muchas personas. Me dijo que había abierto una página en Facebook que ella no podía administrar y quien lo hacía tampoco, así que me preguntó que si podía hacerlo y acepté. Y esa página era, asombrosamente, en honor a María Rosa Mística. Es increíble como Dios, sabiendo el sacrificio que estaba haciendo, me invitó a seguir publicando pero esta vez para proclamar su grandeza y cómo su Madre Amorosa, obra en todo momento y nos lleva hacia Él.

Han habido muchas manifestaciones, unas impresionantes y de no creerse, en nuestra casa y en nuestras vidas y ha sido desde que decidí abrir nuevamente las puertas de mi corazón a María y a Dios. Hemos recibido muchos mensajes y eso sin duda, sigue fortaleciendo nuestra FE y nuestra ESPERANZA.

He entendido que a Dios hay que dejarlo obrar, no podemos decirle qué hacer, porque Él sabe perfectamente lo que necesitamos. Todo es perfecto, aunque parezca imperfecto. Dios, siendo todo poderoso, no va a hacer algo mal hecho, mucho menos dejará que el maligno obre. Al contrario, todo lo que recibimos de Él es para bien nuestro, lo importante y lo que quiere es que aprendamos de ello.

Todos pasamos pruebas, siempre lo he dicho, el dolor es el dolor, no importa cuál prueba estés pasando, el dolor es el mismo para todos. Lo que sí me queda claro y lo aprendí en todo este proceso de conversión, es que en tanto más lejano estés de Dios, el dolor se tornará entonces intenso y parecerá eterno. Jamás te canses de orar, si estás contento, ora; si estás triste, ora; si estás desesperado, ora; en todo momento, ora. Estamos en plena cuaresma, tiempo de reflexión, perdón y conversión. No dejemos de orar, no nos apartemos de Dios, acerquémonos a María y permitamos que ella nos lleve de la mano a su Hijo. Toda oración es escuchada y contestada. Sólo que los tiempos de Dios definitivamente no son los nuestros.

La página en Facebook se llama Una Carta de Amor a María Rosa Mística y de la cual una servidora es el instrumento para llevar sus mensajes a quien necesite escucharlos.

Que este tiempo de reflexión, nos permita seguir viendo y experimentando las maravillas que Dios obra para bien nuestro. 

¡Así sea!

¡FELIZ VIDA!












lunes, 21 de julio de 2014

SOBREVIVIENDO


Hace poco más de dos años y medio justo cuando llegamos a vivir a nuestro nuevo hogar en Houston, me di a la tarea de acomodar todo lo que la mudanza trajo a nuestra casa en el menor tiempo posible ya que me moría de ganas por ver a mi familia. Habían pasado dos años exactos de no verlos en persona. Víctor, mi esposo, tenía que empezar su trabajo en la nueva empresa, por lo que no tenía vacaciones y yo sinceramente no iba a esperar a que pasara un año más estando tan cerca de tierras regias, así que quince días después de pisar tierras texanas emprendí mi "huída" a mi terruño querido. Exactamente no sabía el tiempo que estaría disfrutando de mis papás y mis hermanos, Víctor me dijo "quédate el tiempo que quieras", aunque sinceramente me dio a entender que dos semanas serían suficientes. En cuanto llegué a Monterrey me comuniqué con amigos entrañables y empecé a armar una agenda para poder convivir con todos. ¡Y fue increíble verlos! y ¡reencontrarme!, pero más increíble fue descubrir el camino que Dios tenía para mí, ya que es aquí cuando empieza una de las más grandes transformaciones que he vivido en toda mi vida.

Catorce años, la institución de asistencia en la que trabajé, fue mi segunda casa y allí también dejé grandes amigos que moría por ver. Mi segunda familia. En cuanto llegué y fui a la que fue mi oficina durante todo este tiempo me topé con la primer gran sorpresa. Mary, la que fue durante casi todo este tiempo mi secretaria, bueno más que eso, mi mano derecha y grandísima amiga, ¡no era la que yo había dejado poco más de 3 años atrás! ¡me la habían cambiado! Me dio un abrazo fortísimo que aún recuerdo pero en verdad no la reconocía. Su rostro, su semblante, su mirada, su piel, todo era diferente en ella. Había dejado una Mary estresada en un trabajo, con algo de sobrepreso, con acné en su rostro, con la preocupación de sacar a su familia adelante y me encontré a una mamá jovial, platicadora, con muchísimos kilos abajo, optimista, con piel radiante, pero sobre todo con un brillo en la mirada que nunca le conocí.  Como buena mujer, dispuesta a "echar el chal" mi primer reacción y pregunta fue, "¡Mary! ¡por favor! dime ¿qué te hiciste?" (Contar esto de Mary, porque definitivamente está entre mis contactos y quizá muchos de ustedes la conozcan, sé que no me traerá ningún problema porque ella fue la culpable de mi transformación, así como se transformó ella, así que no se preocupen si están pensando que se puede molestar). Se limitó a contestar "Nada, sólo asistí a un curso". Bueno pensé yo un curso de alimentación sana, un curso de meditación, un curso de cómo convivir con el estrés. "No, un curso de desarrollo personal", así que platicamos por un largo tiempo al respecto y nació en mí la inquietud de inscribirme. Al siguiente día me topo con otra gran amiga y su esposo y ¡me pasó lo mismo!¡eran otros! ¿Qué estaba pasando? Ellos habían tomado también ese curso, incluso se lo recomendaron a Mary. Allí definitivamente dije "¡tengo que tomarlo! ¡quiero verme y sentirme como ellos!" Así que una semana después ya estaba inscrita. Debo confesar que con un miedo terrible porque luego recibí mucha información respecto al curso y honestamente me dio mucho miedo entrar porque lo primero que harían allí sería confrontarme conmigo misma. A nadie nos gusta que nos digan nuestras verdades y yo sólo iba a divertirme y disfrutar no a sufrir ni llorar. 

Llegado el día entré y honestamente empecé a experimentar cosas que jamás me imaginé. Yo traía cargando muchas cosas en mi interior, la principal, haber tomado la decisión de irme a Estados Unidos, pero más que verlo como una decisión que yo tomé todo este tiempo lo estuve viendo como el gran favor que le hice a mi esposo, así que inconscientemente de todo lo que había pasado y de todo lo que seguía viviendo en el vecino país, siempre hice responsable a Víctor.

Era el segundo día apenas y toda una serie de emociones se movían como remolinos dentro de mí. Ese día recuerdo empecé con una gastritis espantosísima, quería devolver el estómago, sentía taquicardia, no soportaba estar allí, sólo que en mi interior me decía una y otra vez que si mis amigos lo habían terminado y yo misma vi su transformación, yo podía hacerlo también. La gastritis seguía sin parar y cada vez era más mi deseo de abandonar el salón. Durante el primer descanso salí corriendo al baño y me topé a una persona del staff le dije cómo me sentía y me dijo "¡excelente!" "¿cómo que excelente?, si me siento cada vez peor y quiero vomitar", le contesté muy molesta "ya está trabajando tu interior", me dijo al mismo tiempo que me daba una bolsa "si quieres vomitar, vomita aquí, pero sin salirte del salón". En ese momento pensé "me largo de aquí, le llamo a mi papá para que venga por mí y me voy". Sin embargo, mi orgullo me decía que no, que yo podía terminarlo. Así que decidí entrar y es aquí cuando empieza la transformación de la que hablaba.

En cuanto tomé asiento empezó una dinámica para adentrarnos en nuestro interior. Sinceramente yo no había tomado el micrófono ni había explicado a nadie por qué estaba allí. Solamente yo sabía por qué tomé la decisión de ingresar. Decidí concentrarme a pesar de que mi gastritis estaba intensificándose y mis ganas de vomitar también. Y de pronto, llegó ese momento, donde todo empezó a tomar sentido. Fue como si de pronto me cambiaran un "chip" y me pusieran otro completamente diferente. En mi mente sólo estaban imágenes de mi pasado, de cuando enfermé de epilepsia, de las veces que toda mi familia entraba en ansiedad tratando de ayudarme. Pero sobre todo, no podía borrar de mi mente a mi papá. De cómo luchó buscando médicos y médicos para dar con mi diagnóstico, de cómo nos tuvimos que ir a vivir a su casa, recién casada, porque no podía estar sola. De cómo se enojaba porque no encontraban solución a mi problema. De cómo me pedía perdón porque como médico él tampoco sabía qué hacer. Y entonces todo cobró sentido. Todas las piezas empezaron a embonar. La epilepsia yo me la había creado inconscientemente.

Durante muchos años detesté la forma en que mi papá me exigía sacar buenas calificaciones, detesté lo mucho que me esforzaba y él solamente se limitaba a decirme "es tu obligación". Detesté que nunca fuera lo suficientemente amoroso y decirme que me quería. Después de casada había encontrado la mejor forma de que me pusiera atención, si como papá no me iba a atender como yo quería, definitivamente como doctor lo iba a hacer. Y así sucedió, nunca lo vi tan preocupado por mí, como durante todo ese tiempo en que dieron con mi diagnóstico. 

La dinámica seguía en curso y yo no paraba de llorar, era impresionante, pero más impresionante aún fue que en ese momento la famosa gastritis, la taquicardia y las ganas de vomitar desaparecieron de forma inmediata. Fue realmente impresionante.

Cuando terminó el curso mis papás estaban esperándome afuera, yo me metí al carro y empecé a llorar nuevamente. En ese momento lo único que podía salir de mi boca era "perdóname papá", lo repetí como cien veces, sin exagerar. Le pedí perdón por haberlo manipulado de esa forma, por tratar de conseguir su atención dañándome a mí y dañando a los míos. Fue un momento bellísimo porque yo tampoco había visto llorar a mi papá de esa manera pidiendo perdón por las veces que no me puso atención. Ese día entendí que durante toda mi vida, cada achaque, cada enfermedad que experimentaba era mi forma de lograr la atención de mi papá doctor. Me di cuenta que lejos de vivir, me la había pasado sobreviviendo. 

Mi papá es un doctor muy experimentado y a la vez exigente, pero es increíble ver cómo hoy en día es un firme convencido de que toda enfermedad es producto de una emoción, de un pensamiento negativo, de algo que no externamos y nos guardamos en el interior y la única forma de hacerlo palpable es a través de la enfermedad. 

Ahora cada vez que me duele algo a mí o a Víctor le digo, antes de tomar el medicamento que vayas a tomar, revisa qué emoción o qué es aquello que te está causando ese dolor. Para ello, busco en el internet "enfermedades según Louise L. Hay", quien es de las principales precursoras de lo que se llama "Metamedicina", la mejor forma de curarse uno mismo.

Quiero aclarar que el compartir esta, mi historia de vida, no quiere decir que no crea en la medicina alópata. Crecí junto a un médico alópata, mi padre, y resulta imposible no acudir a él o a cualquier doctor cuando me siento mal, pero lo que sí quiero transmitir, es que entre tanto hagamos consciente que nuestra mente es poderosísima podemos evitar y controlar muchos de los padecimientos que a diario sufrimos, desde una simple gripe, hasta enfermedades más complicadas. Ahora que lo tengo consciente, créanme me enfermo cada vez menos, y el día que llego a enfermarme me enfoco en desbloquear aquello que emocionalmente me tiene así, el medicamento hará su efecto, pero puedo asegurarles que pasará muchísimo tiempo para que mi cuerpo vuelva a hablar por mí. Hace poco pasé por uno de los episodios más horribles de mi vida, pensé que moría ahogada porque justo me dio un ataque súbito de laberintitis en plena alberca, pude haber perdido el conocimiento y quien estaba junto a mí no sabía nadar. Bendito Dios, pude salir del agua, arrastrarme como pude porque no podía reincorporarme, hablar a mi esposo e ir al hospital y atenderme. Lo importante de esto, es que quienes sufren laberintitis saben que un padecimiento así dura incluso meses. Mientras era controlado este ataque en el hospital le dije a Víctor, por favor búscame en el internet por qué me dio esto, y sí en efecto, todo lo que me estuvo leyendo era exactamente lo que emocionalmente he estado experimentando. Gracias a Dios sólo bastaron 3 días para sentirme bien, claro tomando el medicamento adecuado, pero he trabajado todos los días en desbloquear mi emoción y el resultado ha sido maravilloso. Conozco personas que con este padecimiento duran semanas, meses, yo sólo estuve tres días luchando contra él. 

Te invito a que a partir de ahora, busques por todos los medios vivir plenamente, no sobrevivir, no soy una fanática que busca introducirte a la medicina de la nueva era, como es conocida la metamedicina, pero sí una amiga que te invita a buscar alternativas para ser cada vez más feliz y libre de cualquier emoción negativa que haga que tu cuerpo hable. Te recomiendo el libro que mi papá me prestó y también es muy agradable leer a Louise L. Hay, créeme, nuestra mente es poderosísima y nosotros mismos tenemos la capacidad de sanarnos y vivir en plenitud. Aquí te dejo la portada del libro que he estado leyendo. 

Te deseo una vida plena y llena de bendiciones.